La Corte Suprema de Chile, en su sentencia de reemplazo dictada el pasado 11 de enero del año en curso, decidió atenuar la pena impuesta por tribunales inferiores a mapuches en la causa 2683-2010, seguida contra José Patricio Maripil Porteño y otros, teniendo en consideración entre otros elementos, un artículo del responsable de este blog, originariamente publicado bajo el título "El Derecho Penal de los Mapuches. Una aproximación Comparativa en Tiempos de Retribucionismo Extremo". A continuación, se reproducen los párrafos pertinentes de dicho decisorio:
"Así, por ejemplo, recúrrase
a los relatos del cacique Pascual Cocha, y al video "Wichan" (El Juicio),
extraído de dicho texto. Igualmente: "...La madre tierra debe ser defendida
por sus hijos; los mapuches somos hijo de la tierra; esto lo comprendieron los
antepasados porque todo está hecho de lo mismo: las montañas, los ríos, las
estrellas, la gente, las piedras y el gran espíritu...". "...El amor a
la madre tierra es un valor mapuche que se manifiesta a través de la ritualidad
ancestral, es por ello que los ancianos enseñan que hay que pedir permiso al Gen
o espíritu dueño del lugar donde se va a extraer algún elemento de la naturaleza
ya que todo lo que existe cumple una función, nada está por estar y la gente es
parte de un todo armónico cósmico y universal por lo que para el mapuche lo
superior y lo inferior no existe...". "...El mapuche no separa el
universo de la naturaleza, del hombre y la sociedad, no se siente dueño y señor
de la naturaleza porque se es parte de ella; por lo tanto no existe lo superior
o inferior sino lo diverso, lo diferente y esa es la maravilla de la vida ya que
el orden cósmico no es o será jamás homogéneo...".
En síntesis, la propiedad privada "no existía en la concepción mapuche,
sólo apareció y se consideró consecuentemente la apropiación de lo que era
propiedad de otros un delito, desde la interiorización de este concepto por los
mapuches", luego del exterminio y su colonización por parte de los
españoles.
Por otra parte, como en la mayoría de las culturas precolombinas, el sistema
jurídico mapuche es, esencialmente, un derecho de mediación, donde la infracción
refleja una potencialidad de puesta en riesgo de un equilibrio colectivo y de
una paz social que resulta preponderante. "...Una de las ideas que más
fuertemente están presentes en la conciencia jurídica de los indios es el
convencimiento de que la justicia estatal no vela ni por los intereses de la
sociedad ni tampoco por los del propio reo. Al pensamiento de que los órganos
jurisdiccionales están corrompidos, son lentos e ineficaces, se equivocan
constantemente y tutelan los intereses de los poderosos, se une este otro que
afirma que las sanciones estatales despersonalizan al sujeto, lo excluyen de su
entorno, provocan el contagio criminal y, en definitiva, transforman
negativamente el individuo..." . En síntesis, estas lógicas restaurativas
contradicen el paradigma hegemónico durkheimniano, para quien el castigo es,
justamente, una forma de acotar los efectos no queridos de las conductas
desviadas y las normas socialmente impuestas: "...El papel del castigo es
demostrar la realidad y la fuerza de los mandamientos morales...". El
código moral mapuche, anclado en sus creencias cosmogónicas, se define a través
de relaciones adecuadas entre los propios mapuches, luego entre mapuches y
extranjeros, y entre lo natural y lo que las culturas occidentales señalan como
"sobrenatural". Es importante rescatar de qué manera Louis C. Faron destaca
justamente que los términos dicotómicos de las clasificaciones de Durkheim no
siempre se reproducen en la sociedad mapuche. Es decir, esa asociación entre
castigo estatal y pretendida recuperación de los lazos de solidaridad o de los
códigos morales de las sociedades modernas, no reconocen antecedentes o
identidades mecánicas como las que se les asigna en momentos de reclamos
reaccionarios de mayor rigor punitivo.
Parece, por ende, difícilmente sustentable esa suerte de evolucionismo
institucional imaginario desde sociedades pre-lógicas a sociedades "con
conciencia de sí mismas" que, al obtenerla en un estadio evolutivo superior,
comienzan a reprimir las infracciones, según se sugiere desde el positivismo
criminológico y sociológico.
Las investigaciones cualitativas efectuadas respecto de otras civilizaciones
que no adoptaron el patrimonio cultural occidental reafirman la tesis inicial en
la que la reparación aparece también como el principal instrumento para dirimir
las diferencias dentro de esas comunidades.
Más allá de una respuesta talional ocasional de contornos difusos, y del
malón como expresión concreta de guerra defensiva o de venganza familiar
desplegada generalmente ante el fracaso de las instancias reparatorias previas,
el esfuerzo colectivo por restituir el estado de cosas al momento anterior al
conflicto parece la solución predominante y alternativa al imperativo categórico
retribucionista (también de entera vigencia) de Kant.
Ningún Estado centralizado expropiaba esos conflictos, ni existían al parecer
ámbitos generadores de normas de tipo unificado (salvo en el caso de las guerras
emprendidas en defensa de los territorios invadidos) que profundizaran la
violencia como forma de resolver, paradójicamente, situaciones problemáticas y
violentas. Esto, en tiempos de una banalización del discurso punitivo,
constituye un dato objetivo y relevante proporcionado por la realidad histórica,
cuyo olvido no nos está dispensado ("El Derecho Penal de los Mapuches. Una aproximación Comparativa en Tiempos de Retribucionismo Extremo, Eduardo Luis
Aguirre, Universidad Nacional de la Pampa. Véase también un importante trabajo
sobre la materia denominado "Los Derechos de los Pueblos Indígenas en Chile"
Informe del Programa de Derechos Indígenas, Universidad de La Frontera, año
2003, Primera Edición, entre otras monografías de relevancia)".