Por Eduardo Luis Aguirre
Al hablar de “implicaciones”, en tanto repercusiones
o réplicas mediatas del castigo en Heidegger, estamos admitiendo que la noción
no aparece como una categoría explícita, sino que permanece oculta, invisible o
acaso imperceptible en la obra del pensador de Messkirch. Por ende,
la mirada de Heidegger sobre el castigo debe ser buscada en los pliegues de su
análisis sobre Nietzsche y la venganza. Allí expresa Martin Heidegger: “El
pensamiento de Nietzsche está dedicado a la redención del espíritu de venganza.
Su pensar apunta a un espíritu que, como liberación de la venganza, precede a
toda mera confraternización, pero también a todo mero sólo-querer castigar, a
todo esfuerzo por la paz y a toda promoción de la guerra, al espíritu que
pretende fundamentar y afianzar la paz por medio de pactos. La dimensión de
esta liberación de la venganza precede tanto a todo pacifismo como a toda
política de fuerza. Precede tanto a todo débil dejar ir las cosas adonde
quieran y el hurtar el cuerpo al sacrificio, como la ciega acción a cualquier
precio. En la dimensión de la liberación de la venganza Nietzche ve la esencia
del superhombre. Hacia esta dimensión se va encaminando el transeúnte –el
superhombre- “César con el alma de
Cristo”. Al espíritu de la liberación de la venganza está dedicado el pretendido
libre-pensamiento de Nietzsche. Si consideramos tan sólo por aproximación este
rasgo fundamental de su pensamiento, se desmorona por sí sola la imagen de
Nietzche que se solía presentar hasta ahora y la que ya se ha hecho común en la
opinión corriente” (1). Y sigue Heidegger, luego de explorar la relación que establece
Nietzsche entre la repugnancia, el tiempo y el “fue”: “Pero la venganza jamás
se llama a sí mismo por su propio nombre, y menos allí donde está vengándose.
La venganza se llama “castigo”. Así le da una aureola de justicia a su esencia
hostil; encubre su presencia impugnadora por la apariencia de dar a cada uno su
merecido”. Y continúa evocando a Nietzsche: “Esto, sí, esto solo es la venganza
misma: la repugnancia de la voluntad contra el tiempo y su “fue” (Así habló
Zaratustra, parte 2ª, De la redención”. ) (2). Interesante y oculto, el pensamiento
de Heidegger habilita analogías y epifanías. La venganza, eufemismo que
subroga y encubre la práctica del
castigo, precede a todo ejercicio de confraternidad, a los pactos mediante los
que se afianza la paz y a todo ejercicio de la guerra. Se anticipa a todo
pacifismo, juega con la cercanía entre César y Cristo. Habilita la continuidad
entre el castigo, la venganza, la guerra y la paz. Por ende, la venganza y el
castigo reconocen lógicas unitarias en la guerra y en las prácticas punitivas
(y conmutativas) de dar a cada uno su merecido. Toda política de fuerza es eso. La expresión estatal o supraestatal del
ejericio de la coerción.
(1) “¿Qué significa pensar?”, Ed. Caronte Filosofía, La Plata, 2005, p. 89.
(2) “¿Qué significa pensar?”, Ed. Caronte Filosofía, La Plata, 2005, p. 93.