Por Roberto Ottaviano (*)
Por estos días pensábamos
que es necesario referirnos a la movilización que se llevó a cabo el domingo
pasado, a partir de la celebración de San Cayetano. San Cayetano se ha convertido,
desde hace bastante tiempo -por ejemplo en tiempos de la dictadura, o en la
época del menemismo…-, a través de la religiosidad popular, en una
manifestación política, en un hecho político. En principio, porque lo que se
demanda, las cosas por las que se reclama, son políticas… Pero no solo por eso…
Las organizaciones
convocantes fueron tres: la Confederación de Trabajadores de la Economía
Popular, la CTEP, el Movimiento Barrios de Pie y la Corriente Clasista y
Combativa.
Hubo de algún modo dos
consignas: la de hoy, la de este tiempo, “Tierra, Techo, Trabajo”, junto a la
consigna histórica, que remite a aquella también masiva movilización del año
´81, en la última etapa de la dictadura, encabezada por Saúl Ubaldini, “Paz,
Pan y Trabajo”.
Es interesante recordar
que en aquel tiempo de avance de la resistencia a la dictadura, la CGT estaba
dividida en dos expresiones, la CGT-Brasil, más combativa, encabezada por Saúl
Ubaldini, y la CGT-Azopardo, dialoguista hasta el extremo con la dictadura,
encabezada por Jorge Triaca, el padre del actual ministro de trabajo de Macri.
No adhirió Triaca y la CGT-Azopardo a aquella marcha multitudinaria del ´81…
La organización más
convocante de la marcha del domingo pasado fue la CTEP, una organización
relativamente reciente. En su Declaración de Principios, del 1º de mayo de
2011, se reconoce como “puramente social, independiente de todos los partidos
políticos”, e incluye movimientos y agrupaciones por ramas de actividad:
Reciclado, Empresas recuperadas, Textil e Indumentaria, Vendedores ambulantes,
Ferias populares, Artesanos, Cooperativistas de Infraestructura social,
campesinos, “y todas aquellas actividades susceptibles de adoptar formas
comunitarias y autónomas…”, agregan.
Este fenómeno que ofrece
la CTEP, avanzar en la organización social de trabajadores y trabajadoras de
estos oficios, es muy interesante para analizar, y por ahí le deberíamos
dedicar más tiempo… Al margen de las posturas que asuma la CTEP, es muy
importante la constitución de una organización que contribuya a visibilizar
actividades económicas que aparecen como invisibilizadas la mayoría de las veces.
Este es un modo de problematizar las demandas, de lograr que las demandas se
incorporen en la agenda política. Cuando una organización es capaz de ser el
vehículo, el medio, a través del cual se manifiestan miles y miles de
trabajadores y trabajadoras que de otro modo aparecerían desperdigados,
aislados, sueltos, es porque esos trabajadores y trabajadoras han dado un salto
organizativo enorme.
Y también es muy interesante
esta idea de la Economía Popular, este modo de denominarse. Algunos autores
plantean, o aceptan, que son modos de denominar un mismo campo, un mismo
espacio. Que por lo tanto podemos hablar de “economía popular”, “economía
social”, “economía solidaria”, “economía social y solidaria”.
A mí me parece más útil
pensar a la “economía popular”, -tal como la usan los ecuatorianos luego de la
reforma constitucional una vez que asumió el gobierno Rafael Correa- que
incluye la “economía social y solidaria”, pero no se agota ahí, es más
abarcativa. Incorpora los emprendimientos personales o familiares,
autogestionarios, que no hacen eje en la contratación de trabajo ajeno y en la
acumulación de capital. Esta perspectiva es muy interesante, y se acerca o se
toca con otra perspectiva semejante, la basada en la “economía del trabajo”
(otro modo de denominar este campo), en contraposición a la “economía del
capital”. Y aquí tenemos un foco de tensión muy grande…
Volviendo a la marcha del
domingo, participaron delegaciones de las dos CTA, varios sindicatos -los más
combativos- de la CGT… Por la fecha, por la celebración de San Cayetano, por
las imágenes que portaban algunos grupos y organizaciones participantes, -entre
otras cosas-, desde algunos sectores se planteó que era una celebración
religiosa, o casi religiosa… Yo creo que más allá de las creencias personales,
este es un hecho político, lo decía al principio. Un hecho político de gran
magnitud. La política está cargada de gestos, de símbolos, y esta marcha culminó
y se hizo gigante en su caminata a Plaza de Mayo. Y eligió ir a Plaza de Mayo,
un lugar cargado de simbología política en la Argentina. Un lugar profundamente
político.
La actitud religiosa no
estuvo del lado de la marcha. La postura religiosa la expresó alguien que, por
pertenecer al gobierno, por ser nada menos que el Ministro de Trabajo del
gobierno de Macri, es el que menos derecho tiene en esta etapa de apelar a
algún dios. Porque en las cuestiones sociales no se debería apelar a ningún
dios, pero menos si se tiene la responsabilidad política de la administración
del Estado, si se tiene la responsabilidad política de ser Ministro de Trabajo.
“Que dios nos acompañe cuidando el trabajo de los que lo tienen y abriendo
oportunidades para los que lo buscan” manifestó Jorge Triaca, el actual
ministro de Trabajo de Macri, el hijo del dirigente de la CGT-Azopardo que no
adhirió a aquella masiva marcha del `81 contra la dictadura. Esta frase del
Ministro desnuda, una vez más, un profundo pensamiento, que atraviesa a todo el
gobierno que encabeza Macri. La destrucción de fuentes de trabajo, desde su
concepción, aparece como una fatalidad. La apelación a un dios evidencia qué
rol consideran debe jugar el Estado. Para Triaca y el gobierno nacional el dios
es el mercado.
El domingo a la tarde miré
el desarrollo de la movilización lo más que pude… Me quedo con algunos testimonios, que
recogían movileros al paso de diferentes grupos que avanzaban rumbo a Plaza de
Mayo: Una trabajadora que hace reciclado, cartoneo, dice que es impresionante
cómo ha crecido el cartoneo en el Gran Buenos Aires y en Capital, por donde
ella se mueve. Otro trabajador destaca el aumento de personas concurriendo a
los comedores populares en los últimos meses. Otro señala algo así: “por cada
trabajador asalariado que se debilita o pierde su trabajo, hay tres o más que
lo sufren; vende menos el kiosquero, vende menos el almacenero, vende menos el
carnicero del barrio…”, sintetizando, de algún modo, lo que venimos conversando
aquí desde hace ya un tiempo: que hay focos de conflicto que es conveniente,
necesario, imprescindible buscar atar, vincular, unir… El mundo del trabajo
-asalariado y no asalariado-, debe unir, sumar fuerzas en esta etapa para
resistir con mayor probabilidad de éxito este feroz ajuste que impulsa el
gobierno.
(*) Docente e Investigador (UNLPam)